sábado, 15 de octubre de 2011

EL PREMIO A LA INCOMPETENCIA

Por este Centro ha pasado una persona que los únicos méritos decisivos que aportó para acceder a su puesto de trabajo aquí fueron la familia a la que pertenecía y las relaciones personales que tenía. No es una novedad: ocurre continuamente por doquier.

Pero, esa persona ejerció durante años su responsabilidad con tal grado de torpeza e incompetencia que indignó a todos y causó un daño, probablemente, irreversible. Normal: tampoco es una novedad que este sea el resultado.

Pero, normalmente, en cualquier organización, cuando alguien parece hacer rematadamente mal su trabajo, una vez y otra vez y otra, llega un punto, tarde o temprano, en que se prescinde de él. Sin embargo, en el CIPF no, aquí no se prescindió de esta persona. Bien al contrario, cuando ya se tornaron tan evidente su incompetencia y tan claras las quejas de los afectados, esta persona fue protegida y se le liberó de sus responsabilidades, se le dejó sin ninguna función ni obligación clara, pero, eso sí, manteniendo su mismo salario y el resto de condiciones laborales intactas. Así ha estado el pollo casi dos años: cobrando aparentemente sin trabajar, en el sentido de producir algo útil para la organización.

Hoy, cuando la amenaza de despedir a decenas de empleados de este Centro está ya en un tris de materializarse, la indecencia de esta situación se torna imposible de obviar, y debe dársele una solución. Y la solución no puede ser otra que volver sobre los méritos que le trajeron a este Centro, para que ahora le lleven a otro puesto donde seguirá cobrando un significativo salario. Así de justa es la vida.

Todo este tiempo en el que se ha seguido pagando a sabiendas a un trabajador sin aptitudes para el puesto o, peor aún, a un trabajador sin una ocupación definida, carecería de relevancia si el dinero destinado a tan inmoral fin viniese de manos privadas. Pero, aquí, en este Centro, el dinero que paga los salarios es público, lo ha puesto el contribuyente y, al parecer, lo seguirá poniendo en la cuenta corriente de esta persona, porque el nuevo puesto en el que será reubicado también se paga con dinero público.

Por favor, queridos lectores, revisad cuánto dinero pagáis en impuestos directos e indirectos al Estado y la Comunidad Autónoma. Bueno, pues, sabed que una parte de ese esfuerzo vuestro ha servido para financiar esta inmoralidad. Decidme ahora si estáis cipf-ndignados o no.

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