domingo, 16 de octubre de 2011

EL EJÉRCITO DE PANCHO VILLA

Cuando todos se juntaban para hacer una tarea aquello parecía el ejército de Pancho Villa, por su desorganización, su mala preparación y por ir cada uno a su aire. Allí se arremolinaban las dos del circuito de carreras chillando, maquinando, improvisando y quejándose amargamente de lo mucho que les hacían sufrir; el del bóvido y su amiga fiel, ambos en defensa de aquellas dos, sacando pecho contra el enemigo (los investigadores) y aconsejando sobre cómo se debería tratar a esta chusma; el ingeniero sumándose al discurso y dando su explicación técnica del gotelé o de las bajantes; el letrado bronco y perfumado, temido, que casi no se hablaba con nadie; la abogada con pedigrí, un florero perfecto; otros de relleno; y el que más debía mandar, encantado de escucharse y que hablaba y hablaba pero no resolvía.

Todos hablaban para sí mismos (la mayoría chillaba), no se escuchaban, las reuniones empezaban sin objetivo claro y acababan sin nada aclarado y, luego, cada uno hacía lo que le daba la gana, lo que le apetecía o nada, y no solía haber consecuencias porque quienes debían reclamar el trabajo no sabían qué querían o se olvidaban de pedirlo o no les convenía ya.

Claro, si eres mi amigo del alma o lo eres de alguien poderoso, te lo perdono todo. Incluso, te perdono que no hagas tu trabajo o que tardes una eternidad en hacerlo o, incluso, que no vengas a trabajar y te sigo pagando tu salario. Es muy sencillo.

Es fácil imaginar, sin embargo, que, funcionando así, los problemas que planteaban los investigadores se resolvieran tarde, mal y confusamente, a no ser que fueses determinado investigador jefe adaptado a este sistema y que hábilmente se beneficiara de él, por ser amigo también o tener a alguien importante detrás, entonces, todo iba más rápido o te ponían más dinero.

Así, sí, sí, así se gestionaban millones de euros del contribuyente. Afortunadamente, esta etapa pasó y casi ninguno de aquellos queda ya en el CIPF. Pero, su herencia todavía persiste en este Centro: cientos de miles de euros malgastados y que ahora harían mucha falta, una plantilla desproporcionada que ahora no puede mantenerse, ningún Know-how compartido, ningún empleado alineado con la organización, una imagen pública patética,...

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