viernes, 21 de octubre de 2011

CIPF, ERES UNA PUTA

Esta mañana venía por el Camino de las Moreras y he visto como me mirabas
como pidiéndome perdón detrás de tus banderas y tu diseño de vanguardia
y es que está rompiéndome el corazón ver que te humillan poco a poco.
CIPF, eres un puta.
Y ahora ya no es como antes, cuando me abrazabas y me mecías,
están dejándote sin orgullo, siempre utilizándote;
quiero volver a refugiarme en ti y en tus pasillos,
CIPF, eres un puta; CIPF, eres una puta.
Esta mañana he vuelto por tus lares y no te reconocía,
tienes el corazón de espinas, he llorado hasta que se ha hecho de noche.
Y mañana mataré a algunos de tus proxenetas y los otros se irán corriendo,
y, CIPF, lo celebraremos, lo celebraremos.

Con permiso de "Senior..."

Algún tipo de trágica coincidencia estelar ha llevado a que, en este Centro, junto a determinada gente honesta y trabajadora, conviva un numeroso grupo de personas con escasa talla moral, ruínes, mala gente, egoístas, vagos u oportunistas, sólo interesados en utilizar a este Centro y su dinero para beneficio propio, y cuya presencia desaconseja a cualquiera tener la más mínima tentación de relacionarse con esta Institución.

Es la reunión de estas personas, la suma de sus acciones e inacciones, la que le ha terminado de hacer el trabajo a los inútiles de la Conselleria de Sanitat que siguen sin enterarse de qué es un puñetero Centro de Investigación biomédica. Porque una organización son SUS PERSONAS, y si la mayoría de ellas no va en la misma dirección, el resultado sólo puede ser la extinción final del Centro. Aquello de "entre todos la mataron y ella sola se murió" aplica perfectamente a este Centro.

Un poco de autocrítica, por favor. Todo ese discurso victimista de algunos empleados del CIPF y del Comité de Empresa arrogándose toda la virtud y ningún vicio ni error, tampoco se sostiene.

El CIPF no ha tenido y tiene sólo malos gestores y un pésimo y mentiroso financiador autonómico.

El CIPF también tiene unos representantes de los trabajadores que actúan como si fuesen funcionarios y que llevan años machacando irresponsablemente la imagen de esta institución, saliendo en prensa por la estupideces más peregrinas, en lugar de lavar los platos sucios dentro de casa, como hace todo el mundo. Un Comité de Empresa que, en este último año y medio, no ha sabido anticiparse al problema que era evidente que se venía encima, negando tozudamente la mayor, en lugar de tender la mano a los nuevos gestores, dándoles imagen de firmeza pero también de rigor y seriedad que se espera de un interlocutor ineludible.

El CIPF también ha tenido y tiene investigadores que se elevan egoístamente a la categoría de divinidad, poniéndose siempre por encima de la organización y, en consecuencia, negándose a aceptar ningún tipo de orden de trabajo que venga del Centro, que verían como una injerencia intolerable, porque ellos hacen, sencillamente, lo que les da la gana, porque son intelectualmente superiores, olvidándose de quien les paga (y bastante, en algunos casos). Cómo puede llegar una organización a algún resultado si tu mano de obra cualificada quiere hacer lo que le rote y no lo que le digan.

El CIPF también tiene investigadores jefes que venden a su madre, que modifican sus principios y convicciones a conveniencia, arrimándose al gestor que esté, sea bueno o malo, para sacarle todo el provecho posible.

También ha tenido y tiene el CIPF administrativos o técnicos de laboratorio, con algunos años de antigüedad, que, con la complicidad del Comité de Empresa, se comportan como si fuesen funcionarios, negándose a trabajar con presión, retando permanentemente a la organización, dejando caer el boli o la pipeta a la hora en punto, pillándose todo tipo de moscosos, permisos, bajas de IT... a la más mínima ocasión.

No todos, pero un gran número de personas han actuado y actúan así, con escasa lealtad real a su organización. Ni siquiera en estos momentos tan trágicos, nadie está pensando en la Institución. No nos importa seguir machacando el nombre de nuestra empresa. Cómo no va a ser una puta el CIPF, si todos nos la follamos una y otra vez, sin importarnos el daño que le hacemos.

Si el dinero del CIPF fuera de alguien concreto y no anónimo por su carácter público, ese alguien no habría consentido semejante putiferio.

CIPF, eres una puta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario